programa
1ª Parte
Peer Gynt Suite Nº 2 op. 55
· El rapto de la novia
· Danza Arábiga
· El retorno de Peer Gynt
· La canción de Solvei
E. Grieg
Peer Gynt Suite Nº 1 op. 46
· La mañana
· La muerte de Ase
· La danza de Anitra
· En la gruta del rey de la montaña
E. Grieg
2ª Parte
Sinfonía Nº 2 en Re Mayor op. 73
· Allegro non troppo
· Adagio non troppo
· Allegretto grazioso
· Allegro con spirito
J. Brahms
notas al programa
Edward Grieg: Peer Gynt suites n1 y n2 op. 23
Hay colaboraciones únicas que marcan hitos en la historia de todas las artes. “Peer Gynt” es una de ellas, un feliz encuentro entre Ibsen, el dramaturgo más importante de noruega y Grieg, el músico que incorporó el folklore del país a la música sinfónica.
Henrik Ibsen escribió a Edvard Grieg en enero de 1874, preguntándole si podría componer música para su obra “Peer Gynt”. El autor de “Casa de muñecas” había concluido algo totalmente diferente, un drama en cinco actos que tomaba como base el folklore y la mitología nacional para contar la vida de un ambicioso muchacho que vive insólitas aventuras. Acudió a Grieg, que en aquel momento tenía treinta y tres años y había empezado a despuntar dentro del ámbito musical de su país con composiciones como el célebre “Concierto para piano en la menor” y las “Piezas líricas” para piano. En ellas se apreciaba ya una perfecta fusión entre el espíritu romántico europeo y el folklore de su país.
Grieg recogió el guante tendido por Ibsen pero tardó casi dos años en completar la música incidental, revelando los motivos en una carta, en la que escribió: “el trabajo está resultando ser mucho más grande de lo que pensaba y en algunos lugares me encuentro con dificultades que me tienen completamente bloqueado”. La música incidental tiene más que ver con una banda sonora que con una gran sinfonía y todo este idioma teatral que Grieg maneja magistralmente, se le hizo sin embargo cuesta arriba en más de una ocasión. Por supuesto, Grieg superó todos los escollos compositivos y su frustración fue finalmente superada por su deseo de terminarla y presentarla al público en Olso, donde se estrenó el 24 de febrero de 1876. Después del enorme éxito de las actuaciones de Oslo, “Peer Gynt” se representó en Copenhague, en Bergen y luego realizó una gira por Escandinavia.
Tras todas estas representaciones, Grieg decidió reorganizar los números principales de las escenas más importantes en dos suites, op. 46 y op. 55. Y es en esta versión como generalmente se presenta esta bellísima música ante el público. Una música omnipresente en nuestra cultura, inolvidable y que atrapa desde la primera escucha.
Cada suite se compone de cuatro escenas. La Suite nº 1, op. 46, inicia con el famoso “Amanecer”, que Grieg describió como “una escena matutina en la que pienso en el sol atravesando las nubes en el primer fuerte”. Le sucede “La muerte de Åse”, un sentido elogio a la madre de Peer. Para recuperar el ánimo, el tercer número es “La danza de Anitra”, un “pequeño baile delicado que... sonará encantador y hermoso”. Y finalmente, cierra la suite el troll de Grieg con “En la cueva del rey de la montaña”, página celebradísima por el público pero duramente criticada por su autor, quien escribió que era “algo que literalmente no soporto escuchar porque apesta absolutamente a pastel de vaca”.
La Suite nº 2, op. 55, comienza con “El lamento de Ingrid” y resalta marcados contrastes en los personajes de la obra. La “Danza árabe” evoca lugares lejanos y exóticos mientras Peer viaja por el desierto. El regreso de Peer a casa en el siguiente movimiento, “El regreso de Peer Gynt”, muestra la capacidad de Grieg para generar efectos y sonidos de la naturaleza más violenta. El movimiento final es la bella “Canción de Solveig”, la eterna amada que espera el regreso de Peer.
Johannes Brahms: Sinfonía nª 2 en Re Mayor op. 73
Brahms pasó el verano de 1877 en Pörtschach, un pequeño pueblo austriaco a orillas del lago Wörth. Fue allí, entre los meses de junio y septiembre de 1877, donde Brahms compuso su Segunda Sinfonía. La primera interpretación de la Segunda Sinfonía de Brahms tuvo lugar el 30 de diciembre de 1877 en la sala de conciertos del Musikverein de Viena. El eminente director Hans Richter dirigió la Filarmónica de Viena.
La Sinfonía en Re Mayor parece reflejar el estado mental relajado del compositor durante el feliz verano de 1877. El carácter lírico de la obra, a veces denominada Sinfonía “Pörtschach” o “Pastoral” de Brahms, ciertamente contrasta marcadamente con la tormenta que envuelve a la primera, en do menor (aunque, sin duda, la Segunda Sinfonía también tiene sus momentos de conflicto). Y es que, mientras que la primera sinfonía supuso un periplo emocional de 14 años en el que Brahms tuvo que afrontar sus miedos e inseguridades (acechado, como se sentía, por la sobra del gigante Beethoven), la segunda se gestó en 4 idílicos meses, tal fue la inspiración de la naturaleza y el entorno que rodeaba al compositor en aquellos días.
La Sinfonía n.º 2 consta de cuatro movimientos. El primero (Allegro non troppo) comienza con los violonchelos y los bajos entonando un motivo de tres notas que regresará en varias formas a lo largo de la sinfonía. A partir de esos elementos básicos, Brahms genera un movimiento de apertura que suena milagrosamente variado, una melodía lleva a otra, pero de alguna manera siempre vinculado al material base. Esta sinfonía casi invariablemente se describe como “soleada”, y así es como se aborda a menudo. Pero hay nubes en este cielo. Incluso el tema que se recuerda a la famosa canción de cuna de Brahms se vuelve conmovedor. Y la coda es una melancólica evocación de arrepentimiento, atenuada por la alegre melodía que suena casi como una ocurrencia tardía. Un cambio de humor tan rápido es otro sello distintivo de esta sinfonía: la alternancia de luz y oscuridad.
El segundo movimiento, de tempo lento (Adagio non troppo), sucede el reposo lírico con momentos de tensión, que no se resuelven hasta los compases finales. A lo largo de este movimiento, una voz es pensativa y escrutadora, la otra está llena de optimismo. El tercer movimiento (Alegretto grazioso) comienza con la presentación por parte del oboe de la vivaz melodía principal que regresa en todo momento, alternando con veloces interludios. El movimiento final (Allegro con spirito), el más alegre de las cuatro sinfonías de Brahms, irradia energía y optimismo de principio a fin: resultó tal éxito en la primera interpretación que tuvo que repetirse.
Ana Casado
OSCG
Flauta
Jorge García
Patricia Villar
Patricia Morato (piccolo)
Oboe
Isabel Alarcia
Valle González
Clarinete
Diana Gómez
Ana San Juan
Fagot
Cristina Ventoso
David Morales
Trompa
Marcos Romea
Javier López
Víctor Cosío
Paula Gómez
Trompeta
Carlos Oropesa
Miguel Ángel González
Trombón
Javier Sáez
Julián Gómez
Andrés Pacheco (Bajo)
Tuba
José Luis Martín
Timbales
Arturo Herrera
Percusión
Ana Gasco
Diego Gómez
Arpa
Andrea Tobio
Violín I
Patricia Sánchez
Ana Martín
Carlota Díaz
Victoria Garrido
Marcos Gómez – Escolar
Valentina Córdoba
Pedro Muñoz
Jaime Daniel Orjuela
Cecilia Barraquero
Oswaldo Martínez
Violín II
Andrés Moral
Ana González
Diego Giménez
Iván Mula
Laura Camón
Juan Manuel Saavedra
Laura Sánchez
Lucía Eriszewicz
Viola
Victoria Sánchez
Javier Tobal
Cristina Jiménez
Carlos Corales
Osvaldo Antonio Enriquez
Raquel Valladares
Violonchelo
Iris Jugo
Tamara Gómez
Eva Duarte
Sariah Cristina Miño
Julio Vara
María Cadenas
Alberto Campanero
Contrabajo
Emilio Martín
Fernando Calero
Jhorjan Bolivar